Homo moneta

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sábado, 25 de mayo de 2013

Los "científicos" y la Democracia Financiera. Una advertencia histórica


Francisco Bulnes en su obra "El verdadero Díaz y la Revolución", hace una crítica a la banca de las "nobles" aspiraciones del pueblo mexicano, describiendo que la banca mexicana prestaba a todos, que su tarea era prestar, más prestar, siempre prestar, a aún cuando no les devolviesen el dinero. Este "científico" afirma que como resultado de lo anterior, se despertó un apetito de rapiña, de negocios y más negocios en cantidad muy superior a su crédito y generalmente los usuarios no cubrían con sus obligaciones en forma similar a lo que presenciamos durante la crisis Subprime norteamericana; y concluye que en México, los bancos eran máquinas de patriotismo, pues de acuerdo con las sagradas leyes de los amigos de los pobres, se declaró que debían servir para levantar muertos, agonizantes, brujas de la calle o capitalistas tronados.

En este mismo sentido José Yves Limantour, en 1908, se dirigió a los banqueros por medio de su circular del 10 de febrero con severas palabras que a continuación transcribo:

"Existe la idea muy difundida en las diversas clases sociales, de que las funciones de los bancos de emisión y de depósito, son las mismas que las de los bancos particulares y aún que las de los mismos prestamistas; que la principal carga que han obtenido los bancos, por el hecho por haber obtenido del gobierno una concesión, es el deber de prestar al público hasta el último centavo que tengan en caja; que toda persona que cree merecer confianza personal, o que posee propiedades más o menos valiosas o realizables, tiene derecho a exigir que se le faciliten fondos; que los bancos faltan a su misión, y por lo mismo incurren en la más severa censura, si rehusan hacer operaciones precisamente en los momentos de escasez de dinero, que es cuando cierran sus cuentas los banqueros particulares y los prestamistas.

"El enemigo más temible de las disponibilidades, es seguramente la "arraigada" costumbre de las operaciones a largo plazo. Pocas son las personas que al obtener fondos de un banco, cualquiera que sea la forma de las operaciones, tienen sinceramente el propósito de cubrir el adeudo en el plazo estipulado; y lo más curioso del caso es, que los mismos bancos están resueltos, desde un principio, a consentir en cuantas renovaciones pretenda el cliente, mientras la solvencia de éste no inspire desconfianza. El documento se extiende a tres o seis meses; pero en realidad la operación se hace tácitamente por tiempo indeterminado; y tan es así, que si por motivos especiales o porque lo requiere la situación general del país, se resiste un banco a renovar un documento o exige cuando menos un abono a cuenta, el documento del interesado es vivísimo y hasta no faltan casos en que se levanta un clamor público contra el establecimiento.

"Urge mucho poner un dique a estas falacias peligrosas, que mientras fueron de poca consideración las transacciones bancarias de la República, no ocasionaron graves inconvenientes, pero hoy que se cifran por millones de pesos cada día las operaciones que se efectúan en los bancos, son susceptibles de causar hondas perturbaciones en la marcha de dichos establecimientos."

Como se puede colegir de lo anterior, la demagogia de proyectos financieros democráticos puede gestar riesgo sistémico tal como expresé en mi entrada anterior. Como pueden apreciar caros lectores, no es la primera vez en la historia de México que se quiere fomentar la "Democracia Financiera", sólo basta recordar 1994.

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