Homo moneta

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martes, 29 de junio de 2010

Coordinación Política-Financiera.

Durante el desarrollo de una crisis financiera cada cuerpo legislativo y cada presidente siente la necesidad de presentar iniciativas que bajo condiciones caóticas de crisis suelen limitar la visión y limitar la eficacia de sus propuestas, adoptando por lo general una postura que puede ser calificada de graquiana, después de todo, de la misma forma que Cayo Graco en tiempos de la República de Roma, los reguladores a través de la historia de Occidente han sustentado sus políticas en la recurrente hostilidad hacia los sistemas financieros y sus participantes derivada de la idea de que aquellos que se dedican a especular y prestar dinero en cierta forma son parásitos de la economía real representada por la agricultura y la manufactura. Esta hostilidad tiene tres causas principales:

1. Los deudores suelen superar ampliamente en número a los financieros;
2. Las crisis y escándalos vinculados al sistema ocurren con cierta frecuencia proyectando así la imagen de que los intermediarios fomentan la pobreza en vez de fomentar la riqueza, la volatilidad en vez de la estabilidad;
3. Por siglos los servicios financieros en todo el mundo fueron proporcionados por miembros de minorías étnicas y religiosas.

De esta forma, frente a la ira general y buscando proteger a los contribuyentes, el Estado empieza a hacer revisiones y modificaciones regulatorias con el fin de fortalecer las redes de seguridad que caracterizan a todos los sistemas financieros surgidos del periodo de la posguerra como resultado del final de la colonización en muchos países, la disolución de varios imperios y la caída de la Unión Soviética.

Durante estas investigaciones, uno puede caer en la tentación de culpar a los banqueros de todos los males de la sociedad, sin embargo, conforme se hace un estudio más profundo se puede llegar a la conclusión de que los banqueros no son más que un chivo expiatorio para calmar al espíritu liberado por los "Espíritus Animales" de Keynes.

Estás conclusiones son de gran valor para todo regulador, incluso el legendario Ferdinand Pecora quien llevó a cabo un examen exhaustivo contra John Pierpont Morgan, reconoció en su obra "Wall Street Under Oath" que hacer la guerra a los banqueros es un gran error que nos conduce a escenarios como el que hoy vivimos. Tras citaciones e investigaciones diseñadas para calmar la ira del público contra el único banco de inversión saludable en Wall Street, Goldman Sachs, alrededor del mundo comienzan a materializarse las nuevas regulaciones que buscan limitar el tamaño y las actividades de los intermediarios, las reservas de capital que deben retener, y el manejo de productos derivados a través de "Clearing Houses"; desafortunadamente, estás políticas no impedirán otra crisis sistémica en nuestros sistemas financieros e introducen nuevos factores de inestabilidad a un mercado que se caracteriza por su volatilidad, incluso Paul Volcker quien da su nombre a la regulación más radical en los Estados Unidos después del Glass-Steagal Act exhorta a todos los gobiernos a trascender dichas políticas.

Tal como ya he expuesto en otros escritos, esta volatilidad deriva de la mala regulación y la innovación. Lo anterior tiene una causa principal:La falta de comunicación entre el Estado y el mundo financiero. En este sentido esta falta de comunicación a través del tiempo ha generado conflictos periódicos los cuales se materializan en regulaciones complejas que nadie entiende y bajo las cuales los intermediarios no pueden operar produciendose así una contracción del crédito que incrementa la mala percepción del público para con el sistema ya que de esta forma se fomentan las actividades de riesgo que se encuentran detrás de toda crisis financiera. Durante décadas los conflictos de esta índole incrementaron la complejidad dentro del sistema creando dos mundos diferentes que parecen trabajar de forma independiente cuando deberían colaborar de manera coordinada para diseñar el andamiaje institucional que disminuya los niveles de riesgo.

Desde mi muy particular punto de vista, la comunicación entre cada Estado y sus intermediarios debe partir de la comprensión de los conceptos elementales que rigen al mundo financiero moderno, tal como expuse en la entrada inmediata anterior, para así poder exponer y comprender los peligros que genera un exceso de regulación.
Los representantes del sector deben ser capaces de explicar de forma clara las innovaciones que se desarrollan en una industria que tiene un mercado de crédito cuatro veces mayor al de los mercados de activos para así dotar a los reguladores de los elementos necesarios para hacer frente a las burbujas especulativas y controlar en la medida posible el desarrollo de la innovación financiera. Esto es de vital importancia para dotar de continuidad a un sistema ya que en este momento el mundo
cuenta con la gran ventaja de que la generación de banqueros y reguladores que surgirá de la presente crisis tendrá en mente las fallas que nos condujeron a este fenómeno para así adoptar políticas más conservadoras y promover regulaciones que permitan a futuras generaciones aprender de dicha experiencia. De no conseguir este objetivo, el mundo se encontraría en un escenario similar al que hicimos frente en México en 1982 en el cual se sacrificó el conocimiento y experiencia de los banqueros que sobrevivieron al caos para perder la continuidad histórica y con ello el protagonismo en este mundo de innovación financiera.